sábado, 25 de febrero de 2012

Si hablo fuerte, si me expreso pulcra y claramente, pero nadie capta lo que digo. Soy mudo.

viernes, 24 de febrero de 2012

Del buen dormir.


Con el disfrute que da ya no regresar, uno vive sus sueños, los siente en carne viva, se arriesga hasta la muerte en ese espacio de contradicciones deliciosamente groseras. Perseguido por asesinos o persiguiendo para asesinar. No habrá memoria, no habrá culpa, habrá anécdota divertida. Como me la pasé en el viaje, como me reventé en el sueño, como iba corriendo, tropecé y casi me rompo la jeta antes de regresar. Un sueño puede ser un cortometraje vulgar de caída libre, claro, pero también puede ser una obra revolucionaria e inspiradora para el soñador, para el viajero.

En los sueños no hay detalles, no hay pistas. Las sorpresas son genuinas y el camino tan trazado, tan inevitable. Ahí está la libertad, en el ya ni modo, ya no pude hacer nada, ya me jodí, corte y se queda. Hasta la muerte me sabe, dormido. Poder decir con una certeza total e irrefutable que ya me tocaba. Me defendí como gato boca arriba, como Zapata ante la burocracia, pero ya estuvo, más no se puede. ¿Después? Lo que venga, échenme las rectas de paz o las curvas peligrosas. Las mil amantes sin y con clamidia, todas juntas o hasta ninguna.

También está la otra parte de dormir, la de la oscuridad. Morirse un ratito y descansar, olvidarse si mañana o ayer... La delicia de los atormentados y heridos, quisieramos quedarnos ahí, suspendidos y hechos aura. Vueltos banco de energía del universo sintiendo la paz de las cosas que se ajustan en el cuerpo, los gritos  que se van de las orejas y la memoria. Estar ahí lleno de seguridad, de cosas que el movimiento congelado de la vida nunca podrá darnos. Sin que alguien nos reproche por no estar, por no responder aquellas horas de la mano de la oscuridad, de la caricia absoluta del descanso, de cada uno de los besos de la muerte en toda su gloria. 

Noche tras noche, dosificados por este tratamiento de fugas con retorno obligatorio. Partimos heridos y regresamos sanados, regresamos reestablecidos, curados.

Con la consciencia torpe, dopada.

Con la nostalgia y certeza, de haber dejado, segundos atrás, el paraíso.


sábado, 4 de febrero de 2012

Respuesta.

Hay que saber disfrutar éste viaje, que es la vida.
Corazónes y calzones, souvenires de cartón.
Al final se queda la lealtad, la pasión
los ojos muertos de una canica, de muchas.

Amo sin secretos y mis palabras
tan ellas vivas y aferradas
amo porque soy feo
porque estoy vivo
porque estar feo, es estar más vivo

Porque sé amar y nadie me enseñó
que pude tener cercanas con dotes de meretriz 
que pude estar desolado y con las tripas hechas tira
pero pude y puedo poder, pero ya no quiero.

Sé me ha otorgado a condición un sentimiento,
en custodia,
a cañon de fúsil, apuntando
Yo sé que el amor es incondicional.

¿Si dejo el eslabón?