En la lucha, como la que se hace por nacer, comienza el recorrido que en mi memoria no es igual.
Entre imagenes tan rápidas que mi cerebro no quiere procesar y entre personas infinitas que la memoria no me permite atesorar.
Todas las historias que no puedo conocer y que seguramente me tocarían la piel. Todos los amigos que nunca voy a tener, el monstruo respira y ellos se van.
Al tono fusilado de áquel que encontró la nota para llamar la atención, el acento de 'te vendo y me compras de a diez pesitos'.
La ballena de Jonás domesticada, que me ha visto reír y llorar, con la soledad entre cuanto cabrón y cabrona. El gusano mutante del amar, la víbora del kilometraje... Si le lanzo más piropos me vuelco en el amor y no es el caso pero es el quizá.
La ensalada de locos subterranea en la que vine a caer.
Mira nadamás cuantos ojos, cuanta miel les puso Dios y ellos bailan, marchan.
Perdone usted señor bigotón, disculpe la cara de zopenco señora embarazada pero es que acabo de descubrir la felicidad en un lugar que huele a meados y está re-putas-lejos de mi casa.
Este desfile de colores me empapa la cara. Que suenen las guapachosas de a diez señor vendedor, que venga el sonido de frenos, puertas y la estampida de primates.
Que me borren la sonrisa, a ver, ¿Quién jijos?
Historia verdadera, aunque me cuesta creer que esté sucediendo realmente.
ResponderEliminarNo puedo creerme tanta suerte.