Te describiré la escena, desde aquí pero también desde allá para que además de mis ojos veas con los tuyos.
Está un laberinto de arbusto, enorme y retador. Hay niños corriendo sin aparente supervisión hacia la máquina de frustración verde. Muy bonito, alegría, cosas típicas de un sunny day.
Está una viejita, muy alegre.. tan old school grandma que hasta seguro le pagan por ser parte de ésta imagen. Ella no está en el laberinto, se encuentra en una banca contraria a la entrada, me mira con hostilidad tierna. Claro que hay hostilidad tierna, dejaría de ser dulce si esa dulce cabecita de cebolla quisiera apuñalarme y aún así tendría sus méritos, imagina a la viejita matándome con la fuckin ternura entre sus arruguitas. Hay cosas que no se pueden odiar.
Estoy en medio de la entrada al laberinto y la viejita. Realmente odio estar en medio de un parque, en medio de lo que sea. No me gusta llamar la atención de ese modo...
He visto niños de todos razgos y tamaños, así como de diferente caracter. La mayoría sigue la plantilla de niño-hiperactivo-destroza-paciencias. Apuesto que ese pecoso muere por patearme la espinilla, pero me ve acompañado.
Tu estás aquí, te trueno los huesos en el parque de Morfeo. Tu estás aquí me quitas el labio a mordidas y la vida a rugidos.
Yo estoy aquí mirándonos, el te ha dicho algo que no alcanzo a oír... Él, que soy yo.
No es elegante, yo que se de clase menos que lo básico y de tacto más que lo avanzado no debería de estar hablando...
Sonríes, y ahora él y yo somos uno. Vienes hacia acá, despacio con intenciones sospechosas...
Quisiera seguirte contando, pero tengo algo que hacer aquí. Con unos ojos que me dicen come to me.
