Habiendo encontrado el rito para llamarla, se puso a practicar el acento que caracteriza a los brujos. Afinó los sonidos guturales que representaban dioses y poderes. Pulió la línea del diafragma que delataba la intención y sentimiento. Estructuró la petición de forma pulcra y clara, de forma que no ocurriera algo desconocido e incontrolable.
Todo estaba listo esa tarde, más que perfecta para cruzar líneas naturales. Para unirse mano a mano contra todo, con tal de volver a verla, volver a oírla, llenar un vacío que nada mas podría, privar del paraíso al angel del alma. Que lo siguiera cuidando, que ese escudo contra las lágrimas se levantara en mil y un batallas.
Fue por el cuerpo de su ninfa y lo profanó con roces de su espada. Mientras, alguien miraba, en todos los puntos y se indignaba, se retorcía.
Ella regresó, pero ya sin alma. Con un corazón animal y sediento.
Lo mordió, le arrancó la cabeza , bebió su sangre con regocijo.
Y fueron arrastrados juntos, al infierno.
Y fueron arrastrados juntos, al infierno.
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Hay quien calla para no equivocarse...
yo mismo debería hacerlo.