Los besos, los tuyos, los míos, que terminaron nuestros. El ritmo de cariño, tibio por fuera y tan caliente dentro
quemando al que poseía las ganas de liberarlo todo, de entregar.
La cautela se come nuestra pasión, se come las ganas, se come el somos y deja el fuimos.
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Hay quien calla para no equivocarse...
yo mismo debería hacerlo.